- Hola?
- Hola si?
- Hola?
- Hola si?
- Hola?
- Hola si?
- Hola?
- Hola si?
En ese momento se dio cuenta que le tenía que cambiar el sobrenombre a su amiga Silvia.
Pero lo loco es que después corto una banana, la hizo flambée, se alquiló una película azul y bordó, se tejió una bufanda con pelo de garcha, almorzo, desayunó y cenó, en ese orden. Admiró como pasaba una bandada de garlompas voladoras, le tiró a una con la gomera. Lo mató. La enterró en el patio. La lloró, con dolor. Todo dolor.
Todo estupor. Mañana será mejor, pensó. Pero al otro día desayuno un Palio Amarillo que tenía tuneada a ésta, ésta y ésta otra. Se piró un triciclo y se puso a escribir un capítulo sobre el Tiranosaurus Rex y como el mismo no tenía nada que ver ni con el teatro ni con las galletitas.
Y cansada, solemne y con un litro de nafta encima, se desplomó.
Y en el piso empezó a soñar.
Que venía una curva, una pestaña ajena le entraba en el ojo y por eso vomitaba al 168 que conduce Pacho, el que tiene los nombres "Ariel" y "Betina" en los espejos. El que no para en Corrientes y Pueyrredón. El que te cobra de más.
Tomate un mate.
Si sentís que algo calentito te sale por el oído no temas, es tu cerebro, ahora le vas a encontrar más sentido a "Bailando por un sueño".
5/5/08
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